"Si todavía
hubiese ahí una iniciación virtual, como algunos lo han considerado
en las objeciones que nos han hecho, y si en consecuencia aquellos que
han recibido los sacramentos cristianos, o hasta sólo el bautismo,
no tuvieran por ello ninguna necesidad de buscar otra forma de iniciación
cualquiera que fuese, ¿cómo podría explicarse la existencia
de organizaciones iniciáticas específicamente cristianas,
tales como las que hubo indiscutiblemente durante toda la Edad Media, y
cuál podría ser entonces su razón de ser, ya que de
alguna manera sus ritos particulares repetirían inútilmente
los ritos ordinarios del Cristianismo? Se dirá que éstos
constituyen o representan solamente una iniciación a los 'misterios
menores', de suerte que la búsqueda de otra iniciación se
habría vuelto obligatoria para aquellos que hubiesen querido ir
más lejos y acceder a los 'misterios mayores'; pero, aparte de que
es muy inverosímil, por no decir más, que todos aquellos
que entraron en las organizaciones de las que se trata hayan estado preparados
para abordar ese dominio, hay en contra de tal suposición un hecho
decisivo: la existencia del hermetismo cristiano, ya que, por definición
misma, el hermetismo depende precisamente de los 'misterios menores'; y
no hablamos de las iniciaciones de oficio, que se relacionan también
con este mismo dominio, y que, incluso en el caso en que no puedan llamarse
específicamente cristianas, no por ello dejaban de requerir de sus
miembros, en un medio cristiano, la práctica del exoterismo correspondiente." (Apreciaciones sobre el esoterismo cristiano,
cap.: "Cristianismo
e Iniciación").
".hemos tenido siempre el mayor cuidado en indicar que interviene una
influencia espiritual tanto en los ritos exotéricos como en los
iniciáticos, pero es evidente que de ninguna manera los efectos
que produce podrían ser del mismo orden en ambos casos, sin lo cual
la distinción misma de los correspondientes dominios ya no subsistiría.
Tampoco comprendemos qué tendría de inadmisible que la influencia
que opera por medio de los sacramentos cristianos, tras haber actuado primeramente
en el orden iniciático, a continuación, en otras condiciones
y por razones que dependen de esas mismas condiciones, haya hecho descender
su acción al dominio simplemente religioso y exotérico, de
tal manera que sus efectos hayan estado limitados desde entonces a ciertas
posibilidades de orden exclusivamente individual, que tienen como meta
la 'salvación', y eso conservando sin embargo, en cuanto a las apariencias
exteriores, los mismos soportes rituales, porque éstos eran de institución
crística y sin ellos ni siquiera habría habido ya tradición
propiamente cristiana." (Ibid.).
"Por otra parte, va de suyo que la misma enseñanza doctrinal
no es comprendida en el mismo grado por todos los que la reciben; entre
éstos, pues, hay quienes, en cierto sentido, penetran el esoterismo,
mientras que otros se atienen al exoterismo porque su horizonte intelectual
es más limitado." (El hombre y su devenir según el Vêdânta,
cap. I: "Generalidades sobre el Vêdânta").
"Sería probablemente imposible asignar una fecha precisa a ese
cambio que hizo del Cristianismo una religión en el sentido propio
del término y una forma tradicional dirigida a todos indistintamente,
pero lo que es cierto en todo caso es que se trataba ya de un hecho consumado
en la época de Constantino y el concilio de Nicea, de manera que
éste no tuvo más que 'sancionarla', si así puede decirse,
inaugurando la era de las formulaciones 'dogmáticas' destinadas
a constituir una presentación puramente exotérica de la doctrina." (Apreciaciones sobre el esoterismo cristiano,
cap.: "Cristianismo
e Iniciación").
"Ahora podrá comprenderse por qué decíamos antes
que es difícil aplicar rigurosamente el término de religión
fuera del conjunto formado por el judaísmo, el cristianismo y el
islamismo, lo que confirma el origen específicamente judaico de
la concepción que esta palabra expresa actualmente. Es que, por
dondequiera, las tres partes que acabamos de caracterizar [un dogma, una
moral, un culto] no se encuentran reunidas en una misma concepción
tradicional; así, en China, vemos el punto de vista intelectual
y el punto de vista social, representados por lo demás por dos cuerpos
de tradición distintos, pero el punto de vista moral está
ausente en absoluto, aun de la tradición social. En la India igualmente,
es este punto de vista moral el que falta: si la legislación no
es religiosa como en el Islam, es porque está desprovista por completo
del elemento sentimental único que puede imprimirle el carácter
especial de moralidad; en cuanto a la doctrina, es puramente intelectual,
es decir metafísica, sin ninguna huella tampoco de esta forma sentimental
que sería necesaria para darle el carácter de un dogma religioso,
y sin la cual la unión de una moral a un principio doctrinal es
del todo inconcebible." (Introducción general al estudio de las
doctrinas hindúes, 2ª parte, cap. IV: "Tradición
y Religión").
"Una tradición verdaderamente iniciática no puede ser
'heterodoxa', calificarla así, es invertir la relación jerárquica
entre lo interior y lo exterior. El esoterismo no es contrario a la 'ortodoxia',
aun entendida simplemente en sentido religioso: está por encima
y más allá del punto de vista religioso, lo que evidentemente
no es del todo la misma cosa; y, de hecho, la acusación injustificada
de 'herejía' no fue a menudo más que un medio cómodo
de desembarazarse de gente que podía ser molesta por otros motivos
distintos". (Apreciaciones sobre el esoterismo cristiano, cap.: "El lenguaje secreto de Dante y los 'Fieles de Amor' II").
".Entre estas escuelas a las que acabamos de aludir ['generalmente muy
cerradas' .'cuyas doctrinas no se expresaban fuera sino bajo el velo de
ciertos símbolos' .'doctrinas bastante profundas para ser del todo
extrañas a la mentalidad común'], podemos mencionar como
ejemplo a los alquimistas, cuya doctrina era sobre todo de orden cosmológico;
pero la cosmología debe tener siempre por fundamento cierto conjunto
más o menos extenso de concepciones metafísicas. Podría
decirse que los símbolos contenidos en los escritos alquímicos
constituyen aquí el exoterismo, en tanto que su interpretación
reservada constituye el esoterismo.". (Introducción general al
estudio de las doctrinas hindúes., 2ª parte, cap. IX: "Esoterismo
y exoterismo").
"Acabamos de ver que hay casos en los que la distinción de ambos
dominios exotérico y esotérico no aparece como absolutamente
cortada, por el propio hecho de la manera particular como están
constituidas algunas formas tradicionales, y que establece una suerte de
continuidad entre uno y otro; por el contrario, hay otros en los que esa
distinción es perfectamente neta, y ello es especialmente así
cuando el exoterismo reviste la forma específicamente religiosa." (Apreciaciones
sobre la Iniciación, cap. XXIV: "La plegaria
y la incantación").
"Todo conocimiento del que se pueda decir que es verdaderamente iniciático
resulta de una comunicación establecida conscientemente con los
estados superiores; y es con una tal comunicación con la que claramente
se relacionan términos como 'inspiración' y 'revelación',
si se entienden en su verdadero sentido y sin tener en cuenta los abusos
que demasiado a menudo se cometen en el lenguaje ordinario de nuestra época." (Nota: "En el fondo esas dos palabras designan la misma cosa, encarada
desde dos puntos de vista algo diferentes: lo que es 'inspiración'
para el propio ser que la recibe, deviene 'revelación' para los
otros seres a quienes la transmite, en la medida en que ello es posible,
al manifestarla exteriormente por medio de un modo de expresión
cualquiera.") (Ibid., cap. XXXII: "Los límites de lo mental".)
"Es exactamente en este punto donde se detienen las concepciones que
pueden llamarse con propiedad religiosas, las que se refieren siempre a
extensiones de la individualidad humana, de modo que los estados que permiten
alcanzar deben conservar forzosamente alguna relación con el mundo
manifestado, inclusive cuando lo sobrepasan, y no son estos los estados
trascendentes a los cuales no hay otro acceso más que a través
del Conocimiento metafísico puro." (El hombre y su devenir según
el Vêdânta, cap. XXI: "El 'viaje divino' del ser en vías
de Liberación").
"Todo esto, por otra parte, no nos impide admitir que las concepciones
religiosas son susceptibles de una transposición por la cual reciben
un sentido superior y más profundo, y esto porque ese sentido está
también en las Escrituras sagradas sobre las cuales reposan; pero,
mediante tal transposición, pierden su carácter específicamente
religioso, puesto que este carácter está ligado a ciertas
limitaciones, fuera de las cuales se está en el orden metafísico
puro. Por otra parte, una doctrina tradicional que, como la hindú,
no se sitúa en el punto de vista de las religiones occidentales,
no por eso deja de reconocer la existencia de los estados que son considerados
más especialmente por estas últimas, y ello debe ser forzosamente
así, desde el momento en que esos estados son efectivamente posibilidades
del ser; pero no puede concederles una importancia igual a la que les dan
las doctrinas que no van más allá (la perspectiva cambia
junto con el punto de vista, si así puede decirse), y, como los
sobrepasa, los sitúa en su exacto lugar en la jerarquía total." (Ibid.).
"Uno de los puntos más importantes es éste: la acción,
cualquiera que ella sea, de ningún modo puede liberar de la acción;
en otros términos, no podría producir frutos más que
en el interior de su propio dominio, que es el de la individualidad humana.
Así pues, no es por medio de la acción que es posible sobrepasar
la individualidad, tomada aquí por otra parte en su extensión
integral, pues no pretendemos de ninguna manera que las consecuencias de
la acción se limiten tan sólo a la modalidad corporal; puede
aplicarse a este respecto lo que dijimos anteriormente a propósito
de la vida, que efectivamente es inseparable de la acción. De ello,
resulta inmediatamente que la 'salvación', en el sentido religioso
en el que los occidentales entienden esta palabra, al ser fruto de ciertas
acciones, no puede asimilarse a la Liberación; y es tanto más
necesario declararlo expresamente e insistir en ello cuando constantemente
se comete la confusión entre una y otra por parte de los orientalistas." (Ibid.,
cap. XXII: "La Liberación final").
"La metafísica y la religión no están ni estarán
jamás en el mismo plano; de ello resulta, por otra parte, que una
doctrina puramente metafísica y una doctrina religiosa no pueden
competir ni entrar en conflicto, puesto que sus dominios son claramente
diferentes." (Oriente y Occidente, 2ª parte, cap. IV: "Entendimiento
sin fusión").
".el esoterismo es esencialmente otra cosa que la religión, y
no la parte 'interior' de una religión como tal, incluso cuando
toma su base y su punto de apoyo en ésta como ocurre en ciertas
formas tradicionales, en el Islamismo por ejemplo*; y la iniciación
no es tampoco una suerte de religión especial reservada a una minoría,
como parecen imaginarse, por ejemplo, quienes hablan de los misterios antiguos
calificándolos de 'religiosos'. No nos es posible desarrollar aquí
todas las diferencias que separan ambos dominios, religioso e iniciático,
pues, aún más que cuando solamente se trataba del dominio
místico que no es sino una parte del primero, ello nos llevaría
con seguridad muy lejos.". (*Nota: "Es para señalar bien
esto y evitar todo equívoco que conviene decir 'esoterismo islámico'
o 'esoterismo cristiano', y no 'islamismo esotérico' o 'cristianismo
esotérico'; es fácil comprender que hay ahí algo más
que un simple matiz".) (Apreciaciones sobre la Iniciación,
cap. III: "Errores diversos relacionados con la iniciación").
"Ahora, para mayor comodidad, se podría dividir a las organizaciones
tradicionales en 'exotéricas' y 'esotéricas', aunque ambos
términos, si se quisiera entenderlos en su sentido más preciso,
quizá no se aplicaran por doquier con igual exactitud; pero, para
lo que ahora tenemos en vista, nos bastará con entender por 'exotéricas'
las organizaciones que, en determinada forma de civilización, están
abiertas a todos indistintamente, y por 'esotéricas' las que están
reservadas a una élite, o, en otros términos, en las que
no se admiten más que aquéllos que poseen una 'cualificación'
particular. Estas últimas son propiamente las organizaciones iniciáticas;
en cuanto a las otras, no solamente comprenden las organizaciones específicamente
religiosas, sino también, como se lo ve en las civilizaciones orientales,
organizaciones sociales que no tienen ese carácter religioso, todo
y estando parejamente vinculadas a un principio de orden superior, lo cual
es en todos los casos la condición indispensable para que puedan
reconocerse como tradicionales. Por otra parte, como no tenemos que considerar
aquí a las organizaciones exotéricas en sí mismas,
sino que únicamente hemos de hacerlo para comparar su caso al de
las organizaciones esotéricas o iniciáticas, podemos limitarnos
a las organizaciones religiosas, puesto que éstas son las únicas
de ese orden que se conocen en Occidente, y de ese modo lo que con ello
se relaciona será más inmediatamente comprensible." (Ibid.,
cap. VIII: "De la transmisión iniciática").
"Ahora, por lo mismo que se trata de esoterismo y de iniciación,
es que de ninguna manera se trata de religión, sino más bien
de conocimiento puro y de 'ciencia sagrada', la que no por tener ese carácter
sagrado (el cual ciertamente no es monopolio de la religión como
algunos parecen creerlo equivocadamente) es menos esencialmente ciencia,
aunque en un sentido notoriamente diferente del que dan a ese término
los modernos, quienes ya no conocen más que la ciencia profana,
desprovista de todo valor desde el punto de vista tradicional, y más
o menos procedente, como a menudo lo hemos explicado, de una alteración
de la idea misma de ciencia." (Ibid., cap. XI: "Organizaciones iniciáticas
y sectas religiosas").
".quien dice 'secta' dice necesariamente, por la misma etimología
de la palabra, escisión o división; y, efectivamente, son
divisiones engendradas, en el seno de una religión, por divergencias
más o menos profundas entre los miembros. En consecuencia, las 'sectas'
son forzosamente multiplicidad, y su existencia implica un alejamiento
del principio del cual el esoterismo, por su propia naturaleza, está
por el contrario más próximo que la religión, y más
en general que el exoterismo, incluso aunque éste se halle exento
de toda desviación. Efectivamente, es por el esoterismo que se unifican
todas las doctrinas tradicionales, más allá de las diferencias
de sus formas exteriores, por otra parte necesarias en su propio orden;
y, desde ese punto de vista, no solamente las organizaciones iniciáticas
no son para nada 'sectas', sino que incluso son exactamente su contrario.
"Además, las 'sectas', cismas o herejías, aparecen siempre
como derivadas de una religión dada, en la cual han nacido y de
la que son, por decirlo así, como ramas irregulares. Por el contrario,
de ninguna manera el esoterismo puede derivarse de la religión;
incluso allí donde la toma como soporte, en tanto que medio de expresión
o realización, no hace otra cosa que unirla efectivamente a su principio,
y representa en realidad, en relación con ella, a la Tradición
anterior a todas las formas exteriores particulares, sean religiosas u
otras. Lo interior no puede ser producido por lo exterior, como tampoco
el centro por la circunferencia, ni lo superior puede ser producido por
lo inferior, como no puede serlo el espíritu por el cuerpo; las
influencias que presiden las organizaciones tradicionales siempre van descendiendo
y no remontan jamás, como tampoco un río hacia su fuente.
Pretender que la iniciación pudiera haber nacido de la religión,
y con más fuerte razón de una 'secta', es invertir todas
las relaciones normales que resultan de la naturaleza misma de las cosas;*
y el esoterismo es verdaderamente, con respecto al exoterismo religioso,
lo que es el espíritu en relación con el cuerpo, tanto es
así que, cuando una religión ha perdido todo punto de contacto
con el esoterismo,** no queda en ella más que 'letra muerta' y formalismo
incomprendido, porque lo que la vivificaba, era la comunicación
efectiva con el centro espiritual del mundo, y ésta solamente puede
ser establecida y mantenida conscientemente por el esoterismo y por la
presencia de una organización iniciática verdadera y regular."
"Ahora, para explicar cómo la confusión que nos dedicamos
a disipar ha podido presentarse con bastante apariencia de razón
como para hacerse aceptar por gran número de aquéllos que
sólo consideran las cosas desde afuera, es necesario decir esto:
pareciera como si en algunos casos, las 'sectas' religiosas hubieran podido
nacer de la difusión desconsiderada de fragmentos de doctrina esotérica
más o menos incomprendida; pero al esoterismo en sí mismo
de ninguna manera podría hacérselo responsable de esta especie
de 'vulgarización' o de 'profanación', en el sentido etimológico
de la palabra, que es contraria a su esencia misma, y que jamás
ha podido producirse más que a expensas de la pureza doctrinal.
Fue necesario, para que tal cosa tuviera lugar, que aquellos que recibían
tales enseñanzas las comprendiesen bastante mal, faltos de preparación
o tal vez hasta de 'cualificación', como para atribuirles un carácter
religioso que las desnaturalizaba totalmente: ¿no viene siempre
el error, en definitiva, de una incomprensión o una deformación
de la verdad?" (*Nota: "Un error similar, pero más agravado,
lo cometen aquéllos que quisieran hacer surgir la iniciación
de algo aún más exterior, como una filosofía por ejemplo;
el mundo iniciático ejerce su influencia 'invisible' sobre el mundo
profano, directa o indirectamente, pero por el contrario, fuera del caso
anormal de una grave degeneración de ciertas organizaciones, de
ninguna manera podría ser influido por éste." **Nota:
"Hay que subrayar que, cuando decimos 'punto de contacto', eso implica
la existencia de un límite común a ambos dominios, por medio
del cual se establece su comunicación, pero que no entraña
por eso ninguna confusión entre ambos.) (Ibid.).
"Otro punto de capital importancia es el siguiente: la iniciación,
en cualquier grado que sea, representa para el ser que la ha recibido una
adquisición permanente, un estado que virtual o efectivamente ha
alcanzado de una vez por todas, y que de ahí en adelante nada podrá
quitarle. Podemos remarcar que también aquí hay una diferencia
muy clara con los estados místicos, que aparecen como algo pasajero
y hasta fugaz, de los cuales el ser sale tal como hubo entrado, y que puede
incluso no volver a encontrar jamás, lo que se explica por el carácter
'fenoménico' de esos estados, recibidos desde afuera, de alguna
manera, en lugar de proceder de la 'interioridad' misma del ser." Nota: "Esto toca a la cuestión de la 'dualidad' que necesariamente mantiene
el punto de vista religioso, por lo mismo que se relaciona esencialmente
con lo que la terminología hindú designa como el 'No-Supremo'." (Ibid.,
cap. XV: "De los ritos iniciáticos").
"De hecho, los ritos exotéricos no tienen por objetivo, tal como
los ritos iniciáticos, el abrir al ser ciertas posibilidades de
conocimiento, cosa a la que no todos podrían ser aptos; y, por otra
parte, es esencial destacar que, aunque necesariamente apelen también
a la intervención de un elemento de orden supraindividual, su acción
nunca está destinada a superar el dominio de la individualidad.
Esto es muy evidente en el caso de los ritos religiosos, que podemos tomar
más particularmente como término de comparación, puesto
que son los únicos ritos exotéricos que actualmente conoce
Occidente: toda religión se propone únicamente asegurar la
'salvación' de sus adherentes, lo cual es una finalidad que surge
asimismo del orden individual y, en cierto modo por definición,
su punto de vista no se extiende más allá; los místicos
mismos no encaran sino la 'salvación' y nunca la 'Liberación',
mientras que ésta es, por el contrario, la meta suprema y última
de toda iniciación." (Nota: "Si se dice que, según
la distinción que más adelante precisaremos, esto sólo
es verdad con respecto a los 'grandes misterios', responderemos que los
'pequeños misterios', que se detienen efectivamente en los límites
de las posibilidades humanas, no constituyen en relación con los
primeros más que un estado preparatorio, y no tienen su propio fin
en sí mismos, mientras que la religión se presenta como un
todo suficiente que no requiere ningún complemento ulterior.") (Ibid.).
"Hemos dicho precedentemente que los ritos religiosos y los ritos iniciáticos
son de orden esencialmente distinto y no pueden tener el mismo objetivo,
lo que resulta necesariamente de la distinción misma de ambos dominios,
el exotérico y el esotérico, con los cuales respectivamente
se relacionan; si en la mente de algunos se producen confusiones entre
los unos y los otros, se deben ante todo a un desconocimiento de esa distinción,
y en parte puede que también a las similitudes que a veces presentan
esos ritos a pesar de todo, por lo menos en sus formas exteriores, y que
pueden equivocar a quienes sólo observan las cosas 'desde afuera'.
Sin embargo, la distinción es perfectamente clara cuando se trata
de ritos religiosos, que son de orden exotérico por definición,
y que en consecuencia no deberían dar lugar a ninguna duda; pero
es necesario decir que al menos ésta puede producirse en otros casos,
como en aquél de una tradición en la que no existe la división
de un exoterismo y un esoterismo constituidos como dos aspectos separados,
sino que hay en ella solamente dos grados diversos de conocimiento, pudiendo
ser la transición de uno al otro casi insensible, tal como ocurre
claramente en la tradición hindú; esta transición
gradual se traducirá naturalmente en los ritos correspondientes,
tanto que algunos de ellos podrán presentar, bajo ciertos aspectos,
un carácter en cierto modo mixto o intermediario." (Ibid.,
cap. XXIII: "Sacramentos y Ritos Iniciáticos").
".el upanayana confiere la calidad de dwija o 'nacido
dos veces', y por otra parte se sabe que esta expresión se aplica
también en un sentido muy preciso a la iniciación." "Es verdad
que el bautismo cristiano, muy diferente por otro lado del upanayana desde
cualquier otro punto de vista, es igualmente un 'segundo nacimiento', y es
demasiado evidente que ese rito no tiene nada en común con
una iniciación; pero ¿cómo es que el mismo término
técnico puede aplicarse así a la vez en el orden de los samskâras (comprendidos
aquí los sacramentos) y en el orden iniciático?
La verdad es que el 'segundo nacimiento', en sí mismo y en su sentido
totalmente general, es propiamente una regeneración psíquica
(es necesario prestar mucha atención, en efecto, al hecho de que
es al dominio psíquico al que se refiere directamente, y no al dominio
espiritual, porque entonces ello sería un 'tercer nacimiento') pero
esa regeneración puede o bien no tener en sí misma más
que efectos únicamente psíquicos, es decir limitados a un
orden más o menos especial de posibilidades individuales, o bien,
por el contrario, ser el punto de partida de una 'realización' de
orden superior; es solamente en este último caso que tendrá
un contenido propiamente iniciático, mientras que en el primer caso
pertenece al lado más 'exterior' de las diversas formas tradicionales,
es decir a aquél del que todos participan indistintamente." (Nota:
"La limitación de los efectos de la regeneración cumplida
de modo exotérico explica por qué no puede de ninguna manera
ocupar el lugar de la iniciación o dispensar de ella, aunque una
y otra tengan en común el carácter de 'segundo nacimiento'
entendido en su sentido más general.") (Ibid.)
Y sobre la Teología:
". lo que [esta cuestión: relaciones de la metafísica
y la teología] implica esencialmente es, en el fondo, una comparación
entre dos modos diferentes de pensamiento, el pensamiento metafísico
puro y el pensamiento específicamente religioso.
"El punto de vista metafísico, ya lo dijimos, es el único
verdaderamente universal, por lo tanto ilimitado; cualquier otro punto
de vista es, en consecuencia, más o menos especializado y está
obligado, por su propia naturaleza, a ciertas limitaciones. . Ahora bien,
esta limitación esencial, susceptible de ser más o menos
estrecha, existe asimismo para el punto de vista teológico; en otros
términos, éste es también un punto de vista especial..
De hecho, no han dejado de producirse estas confusiones y han llegado hasta
un trastorno de las relaciones que normalmente deberían existir
entre la metafísica y la teología, puesto que aún
en la Edad Media, que fue sin embargo la única época en que
la civilización occidental recibió un desarrollo verdaderamente
intelectual, sucedió que la metafísica, . fue concebida como
dependiente de la teología; y si pudo ser así, fue porque
la metafísica, tal como la consideró la doctrina escolástica,
había permanecido incompleta, de manera que no podían darse
cuenta por completo de su carácter de universalidad, el cual implica
la ausencia de cualquier limitación, puesto que no se la concebía
efectivamente más que dentro de ciertos límites, y ni siquiera
se sospechaba que hubiese más allá de esos límites
una posibilidad de concepción. . .y es cierto que los griegos, aun
en la medida en que hicieron metafísica verdadera, hubieran podido
engañarse exactamente de la misma manera, si hubiese habido algo
en ellos que correspondiese a lo que es la teología en las religiones
judeocristianas.". (Introducción general al estudio de las doctrinas
hindúes, 2ª parte, cap. VI: "Relaciones entre la Metafísica
y la Teología").
"La influencia del elemento sentimental daña de manera evidente
la pureza intelectual de la doctrina, y representa, en suma, hay que decirlo,
una decadencia en relación con el pensamiento metafísico.".
"Sea lo que fuere, no es menos cierto que el sentimiento no es más
que relatividad y contingencia, y que una doctrina que se dirige a él
y sobre la cual él reacciona no puede ser ella misma sino relativa
y contingente; y esto puede observarse con particularidad a propósito
de la necesidad de 'consolaciones' a la cual responde, en amplia medida,
el punto de vista religioso. La verdad, por sí misma, no tiene por
qué ser consoladora; si alguien la encuentra así, tanto mejor
para él, cierto, pero el consuelo que experimenta no viene de la
doctrina, sino de él mismo y de las disposiciones particulares de
su propio sentimentalismo. Al contrario, una doctrina que se adapta a las
exigencias del ser sentimental, y que debe por lo tanto revestirse ella
misma de una forma sentimental, no puede identificarse ya con la verdad
absoluta y total; la profunda alteración que en ella produce la
entrada de un principio consolador es correlativa con un desfallecimiento
intelectual de la colectividad humana a la que se dirige. Por otro parte,
de ahí nace la diversidad profunda de los dogmas religiosos, la
cual acarrea su mutua incompatibilidad, porque mientras que la inteligencia
es una, y la verdad en cualquier medida en que sea comprendida no puede
ser más que de una manera, el sentimentalismo es diverso, y la religión
que tiende a satisfacerlo deberá esforzarse por adaptarse lo mejor
que sea posible a sus modos múltiples, que son diferentes y variables
según las razas y las épocas." (Ibid.).
".lo universal no podría encerrarse por completo en un punto
de vista especial, como tampoco en una forma cualquiera, lo que por otra
parte es la misma cosa en el fondo. Lo mismo sucede con las verdades que
pueden recibir la traducción de la que se trata: esta traducción,
como cualquiera otra fórmula, es siempre incompleta y parcial, y
lo que deja fuera de ella mide precisamente todo lo que separa el punto
de vista de la teología del de la metafísica pura. Esto podría
apoyarse con numerosos ejemplos; pero esos mismos ejemplos, para ser comprendidos,
presupondrían desarrollos doctrinales que no podemos emprender aquí:
tal sería, para limitarnos a un caso típico entre otros,
una comparación establecida entre la concepción metafísica
de la 'liberación' en la doctrina hindú y la concepción
teológica de la 'salvación' en las religiones occidentales,
concepciones esencialmente distintas, que sólo la incomprensión
de algunos orientalistas ha pretendido asimilar, de un modo puramente verbal
por lo demás." (Ibid.).
"En el islamismo, por el contrario, la distinción de los dos
puntos de vista [religioso y metafísico] es casi siempre muy neta,
fuera del caso de algunas escuelas que están más o menos
teñidas de misticismo, y cuya ortodoxia es por lo demás menos
rigurosa que la de las otras escuelas esotéricas; esa distinción
permite ver mejor que en cualquiera otra parte, por las relaciones del
exoterismo y el esoterismo, cómo las concepciones teológicas
reciben un sentido profundo mediante la transposición metafísica." (Ibid., 2ª parte, cap. IX: "Esoterismo y Exoterismo").
".toda verdad teológica puede transponerse en términos
metafísicos, pero sin que lo recíproco sea cierto, pues hay
verdades metafísicas que no son susceptibles de ser traducidas en
términos teológicos. Por otra parte, no hay aquí más
que una correspondencia, no una identidad, y ni siquiera una equivalencia;
la diferencia de lenguaje señala una auténtica diferencia
de punto de vista, y, desde el momento en que las cosas no son encaradas
bajo el mismo aspecto, no pertenecen a idéntico dominio; la universalidad,
que tan sólo caracteriza a la metafísica, no se halla de
ninguna manera en la teología." (El error espirita, cap.
X: "La cuestión del satanismo").