"CUADRATURA DEL CIRCULO" (Cont.) |
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"En el comienzo de los tiempos, es decir del ciclo actual, el Paraíso terrestre se volvió inaccesible luego de la caída del hombre; la nueva Jerusalem debe 'descender del cielo a la tierra' al final del mismo ciclo, para marcar el restablecimiento de todas las cosas en su orden primordial, y se puede decir que ella jugará para el ciclo futuro el mismo rol que el Paraíso terrestre para este. En efecto, el fin de un ciclo es análogo a su comienzo, y coincide con el comienzo del ciclo siguiente; lo que no era sino virtual al comienzo del ciclo se encuentra efectivamente realizado a su fin, y engendra entonces inmediatamente las virtualidades que se desarrollarán a su vez durante el curso del ciclo futuro".9 "La forma del 'Paraíso terrestre', que corresponde al comienzo del ciclo, es circular, en tanto que la de la 'Jerusalem celeste', que corresponde a su fin, es cuadrada; y el recinto circular del 'Paraíso terrestre' no es otra cosa que el corte horizontal del 'Huevo del Mundo', es decir, de la forma esférica universal y primordial".10 "Al comienzo del ciclo, este mundo no era tal como es actualmente, y el 'Paraíso terrestre' constituía la proyección directa, ahora visiblemente manifestada, de la forma propiamente celeste y principial (…). Al final, la 'Jerusalem celeste' desciende 'del cielo a la tierra', y es solamente al término de ese descenso que aparece bajo la forma cuadrada, puesto que ahora el movimiento cíclico se encuentra detenido".11 "La reconstitución debe operarse al final del mismo ciclo; pero ahora, en la figura de la Jerusalem celeste, el círculo es reemplazado por un cuadrado, y esto indica la realización de lo que los hermetistas designaban simbólicamente como la 'cuadratura del circulo': la esfera, que representa el desarrollo de las posibilidades por la expansión del punto primordial y central, se transforma en un cubo una vez que ese desarrollo es completado y que el equilibrio final es alcanzado por el ciclo que se considera".12 El ciclo se ha detenido, pero "la fijación no es realmente definitiva sino en relación al ciclo actual, y, más allá del 'punto de detención', esta misma 'Jerusalem celeste' debe, en virtud del encadenamiento causal que no admite ninguna discontinuidad, devenir el 'Paraíso terrestre' del ciclo futuro, puesto que el comienzo de éste y el fin del que le precede no son propiamente sino un solo y mismo momento visto desde dos costados opuestos".13 En la tradición andina, el fin de un mundo es un Pachakutij: "el Mundo se da vuelta". La enseñanza tradicional entre los aymaras y los quechuas ha sido y es exclusivamente oral, de modo que allí no hay libros. No obstante, podemos valernos del simbolismo del libro para explicar el significado de Pachakutij: Los mundos se suceden como las hojas de un libro, y el mundo que ha concluido queda "en el reverso" del mundo nuevo. El mundo viejo, así como todos los anteriores, ha dejado de manifestarse y ahora permanecerá a perpetuidad en estado de no manifestación. Los mundos por venir son aquellos que aún no se han manifestado pero que "están en el libro" desde el principio de los tiempos. Cada una de las indefinidas "páginas", diferente a todas las demás, es uno de los irrebatibles modos sucesivos en que el "libro" se manifiesta, pero lo cierto es que, no obstante las apariencias, todos los mundos coexisten en perfecta simultaneidad pues el "libro" es Uno. "El Ser es uno en sí mismo y, en consecuencia, la Existencia universal, que es la manifestación integral de sus posibilidades, es única en su esencia y su naturaleza íntima; pero ni la unidad del Ser ni la 'unicidad' de la Existencia excluyen la multiplicidad de los modos de la manifestación, de ahí la indefinitud de los grados de la Existencia en el orden general y cósmico, y la de los estados del ser, en el orden de las existencias particulares".14 La tradición hindú es también clara en este sentido: "Se dice en la Bhágavad-Gîtâ: 'En Mí todas las cosas están ensartadas como una hilera de perlas en un hilo'. Se trata aquí del simbolismo del sûtrâtmâ (…): es el Âtmâ que, como un hilo (sûtra), penetra y une entre sí todos los mundos, a la vez que es también el 'hálito' que, según los textos, los sostiene y hace subsistir y sin el cual no podrían tener realidad alguna ni existir en ningún modo. (…) Cada mundo, o cada estado de existencia, puede representarse por una esfera que el hilo atraviesa diametralmente, de modo de constituir el eje que une los dos polos de la esfera; se ve así que el eje de este mundo no es, propiamente hablando, sino un segmento del eje mismo de la manifestación universal íntegra, y de ese modo se establece la continuidad efectiva de todos los estados incluidos en esa manifestación".15 Los mundos se van sucediendo como las cuentas de un rosario, y los dos polos de cada esfera se corresponden, analógicamente, con el Paraíso terrestre y con la Jerusalem celeste que se manifiestan, respectivamente, al comienzo y al final de cada ciclo. El "sûtrâtmâ" es el "hilo conductor" del principio vital, así como el Arbol de la Vida simboliza el eje constante que une todos los mundos por sus respectivos centros. Por eso es que en el centro del Huerto del Edén estaba el Arbol de la vida, y por eso es que, en la Jerusalem celeste, "en el medio de la plaza (…) estaba el árbol de la vida, que lleva doce frutos, dando cada mes su fruto" (Apocalipsis, XXII, 2). El mismo Arbol de la vida estará también en el centro del nuevo Paraíso terrestre. "Todo lo que está realmente inspirado en el conocimiento tradicional procede siempre 'del interior' y no 'del exterior'; quienquiera tenga conciencia de la unidad esencial de todas las tradiciones puede, para exponer e interpretar la doctrina, apelar, según los casos, a medios de expresión provenientes de formas tradicionales diversas, si estima que hay en eso algún beneficio; pero nunca habrá allí nada que pueda ser asimilado de cerca o de lejos a un sincretismo cualquiera o al 'método comparativo' de los eruditos".16 El círculo devino en cuadrado y ahora, a fin de que la "rueda" vuelva a girar, el cuadrado se transforma nuevamente en círculo. A la "cuadratura del círculo" sucede inmediatamente la "circulatura del cuadrado", y parece evidente que, con estas expresiones, los seguidores de la doctrina cosmológica atribuida a Hermes Trismegisto se propusieron algo más que dejar planteado un "problema de geometría" ante el cual, para colmo, hubieron de "deponer las armas" legiones enteras de matemáticos a lo largo de los últimos veinticinco siglos. No obstante, puesto que de círculos y de cuadrados se trata, está claro que los hermetistas se valieron de la geometría como uno de los "soportes" de su doctrina, y es este "soporte" el que nosotros nos proponemos investigar. |
Capítulo II |
NOTAS | |
9 | René Guénon, L'ésotérisme de Dante. Gallimard, París 1995, pp. 68-69. |
10 | Le règne de la quantité., p. 191. |
11 | Le règne de la quantité., p. 191, nota nº 2. |
12 | René Guénon, Le Roi du Monde. Gallimard, París 1995, p. 93. |
13 | Le règne de la quantité., p. 192. |
14 | Les états multiples de l'être, p. 40. |
15 | René Guénon, Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada. EUDEBA, Buenos Aires 1969, p. 322. |
16 | Aperçus sur l'Initiation, pág. 47. |
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