SOBRE EL NÚMERO 666 |
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En este artículo examinaremos en primer lugar un famoso enigma propuesto en el Apocalipsis de San Juan que intentaremos resolver empleando una metodología basada en un nuevo examen crítico de fuentes no sólo bíblicas y clásicas, sino también de otro contexto literario. A posteriori, y como confirmación de la validez del razonamiento y de la solución hallada, descubriremos también, haciendo uso de esta última, el verdadero sentido, hasta ahora incierto y controvertido, de un enigmático verso del Infierno de Dante. De modo que vamos a examinar ahora el episodio del Apocalipsis –que abarca dos capítulos– en el que aparece en el cielo un gran dragón que persigue a una mujer a punto de dar a luz y luego intenta matar a su hijo recién nacido, si bien Miguel se le opone con sus huestes angélicas y lo arroja a la Tierra. El episodio continúa relatando otros hechos en los que aparecen dos bestias vinculadas al dragón, y termina con un enigma para el que nunca hasta ahora se ha encontrado una solución convincente:1 “¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666”.2 Para encontrar una solución aceptable al enigma, que es el propósito de este artículo, es oportuno empezar por una lectura atenta del episodio. Aquí están los fragmentos más destacados del relato del Apocalipsis:
El enigma del Apocalipsis, por lo tanto, hace referencia a una “serpiente antigua”, una encarnación abyecta del mal al extremo de que es llamada “diablo y Satanás”, que tras ser “arrojada a la tierra” reaparece bajo la forma de las dos bestias. Uno piensa aquí inmediatamente en Apep (Ἄποφις en griego), la gran serpiente de la mitología egipcia, una imagen de las fuerzas de la oscuridad y enemiga acérrima del dios del Sol, Ra (no es casualidad que su epíteto fuera “enemigo de Ra”).4 Al inicio de cada día, Apep-Apophis trata de impedir la salida del Sol, amenazando a éste cuando navega en su barco a través de la Duat, el mundo de ultratumba egipcio. Aquí intentaremos demostrar que es precisamente a Apep-Apophis, el enemigo jurado del dios Sol, a quien podría aludir el enigma con el que concluye el episodio del Apocalipsis. En efecto, la suma de los valores correspondientes a las letras griegas (A-P-O-Ph-I-S) que componen dicho nombre es igual a 667 (A = 1, P = 80, O = 70, Ph = 500, I = 10, S = 6), número al que sin embargo hay que restar 1 (el valor de la A inicial) porque, según el Apocalipsis, “Una de sus cabezas parecía herida de muerte”,5 lo que se corresponde con un relato de la mitología egipcia en que Apofis es derrotado por Ra en forma de gato (ver figura 1).6 La suma es 666. |
![]() Figura 1. Apophis muerto por Ra en forma de gato. Del papiro de Hunefer (ca. s. XIII-XII a.C.). |
Volviendo sobre la A inicial, la letra alpha se utilizaba para indicar el número 1 en el sistema numérico griego de la época helenística. Deriva de la letra fenicia aleph (la cual se corresponde también con la primera letra del alfabeto hebreo), que significaba “buey”.7 Por lo tanto la A de Apofis representa la “cabeza” porque es la letra inicial del nombre y es la primera del alfabeto griego. Por otra parte, su propia forma evoca la imagen estilizada de una cabeza de buey, precisamente aleph-alpha, A, con los cuernos apuntando hacia abajo. La mitología griega cuenta una historia muy similar: nos referimos al dragón Pitón, que persigue a la diosa Leto,8 embarazada y a punto de dar a luz a Apolo (el dios solar que se corresponde con el egipcio Ra, también por el hecho de que Apolo mata a Pitón)9 y a su gemela Artemisa. Por cierto, aquí surge una interesante hipótesis –aunque no podemos demostrarla–: dado que San Juan, considerado tradicionalmente como el autor del Apocalipsis, había vivido en Éfeso, ciudad donde se encontraba el Artemision –un gran templo de Artemisa cuyos restos aún subsisten (era considerado por los antiguos una de las siete maravillas del mundo)–, es natural preguntarse si la imagen del gran dragón rojo que “estaba delante de la mujer que iba a dar a luz”10 pudo haber sido inspirada por uno de los decorados del Artemision. Lo que corrobora la verosimilitud de la solución al enigma, o sea, que el nombre de Apofis se esconde tras el número 666, es el hecho de que puede darnos a su vez la clave para resolver otro enigma literario milenario. Nos referimos al debatido significado del verso inicial del canto VII del Infierno de Dante: “Pape Satán, pape Satán aleppe”, frase aparentemente sin sentido que Pluto, un ser demoníaco –expresamente definido como “el gran enemigo”–,11 dice cuando se encuentra con Dante y Virgilio. A lo largo de los siglos, los exegetas han lidiado con esas incomprensibles palabras de Pluto dándoles las más dispares interpretaciones.12 En este punto, para evaluar si pueden relacionarse con la solución al enigma del Apocalipsis, parece oportuno citar todo el contexto en el que Pluto las pronuncia:
De estos versos se deduce inmediatamente que: – Pluto apenas ha comenzado un discurso, que Virgilio interrumpe inmediatamente (“comenzó a gritar Pluto con ronca voz”). – Virgilio comprende perfectamente el verdadero sentido de las palabras de Pluto (“Y aquel sabio gentil, que lo conoce todo”). Por cierto, esto es muy importante porque indica que la frase dicha por Pluto no es en absoluto absurda – Lo que Pluto expresa es un fuerte sentimiento de ira (“consúmete interiormente con tu propia rabia”). – La ira del demonio asusta a Dante (“No te inquiete el temor”). En este punto, recordando lo que se dijo antes sobre el dragón y las bestias diabólicas en el Apocalipsis, es revelador que el poeta aquí, al decir que “Miguel castigó la soberbia rebelión”, haga una alusión explícita a aquél episodio, con especial referencia a Miguel y a su victoriosa lucha con el dragón. Y no sólo eso. Es precisamente al escuchar las palabras con las que Virgilio recuerda la derrota del diablo cuando Pluto se siente derrotado, al punto de dar un vuelco inmediato a su actitud agresiva: “del mismo modo cayó al suelo aquella fiera cruel”. Aquí hallamos un perfecto paralelismo con la imagen de la caída del diablo en el Apocalipsis: “fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él”.14 Por otra parte, es perfectamente consistente con el marco que acabamos de esbozar la expresión citada hace un momento con la que Dante, en el último verso del canto que precede al que estamos examinando, presenta al personaje de Pluto: “el gran enemigo”. Se ajusta bien a la imagen del ángel rebelde, cuya dimensión de enemigo jurado de Dios y de los hombres se reitera varias veces en el episodio del Apocalipsis que examinamos anteriormente. En este punto, considerando la actitud del Pluto de Dante, con sus referencias obvias al episodio mencionado, y también a la luz de lo dicho anteriormente acerca de la solución del enigma del número 666, no es difícil descifrar el significado oculto de la expresión “Pape Satán, pape Satán aleppe”, que el poeta atribuye al carácter diabólico de aquél: pretende expresar la identificación, repetida dos veces, de Apofis (“Pape”) con Satán, proclamando al mismo tiempo su glorificación (“Pape Satán es el alfa, aleppe, es decir, el primero, el número uno”). Pero en realidad, la idea más importante que Dante esconde en esta frase es el desprendimiento de la “cabeza” (aleppe, es decir, “alfa”, A) del resto del cuerpo de A-pophis (“pape”, es decir, pophis). Y esta es precisamente la clave que nos ha permitido resolver el enigma del Apocalipsis, pues el nombre “Apophis” privado de la A inicial corresponde exactamente al número 666. Sobre la base de esta interpretación, corroborada por los versos que siguen a las extrañas palabras de Pluto (que hasta ahora se habían mostrado incomprensibles, pero que Virgilio había entendido perfectamente), podemos afirmar que Dante conocía la solución al enigma del Apocalipsis sobre el número del nombre de la bestia, y que volvió a proponerlo ingeniosamente –¡de nuevo en forma enigmática!– en el verso de su Comedia. Al poeta le gustaba expresarse a menudo con acertijos y juegos de palabras (como Shakespeare varios siglos después), y aquí incluso juega a construir su enigma a partir de la solución de otro mucho más antiguo (uno tiene la impresión de que Dante hace un guiño al que relee las extrañas palabras de Pluto tras haber comprendido finalmente su significado...). Esto explica también por qué el significado de las palabras de Pluto nunca había sido esclarecido hasta ahora: para desentrañarlo era necesario haber resuelto primero el enigma del número 666 en el Apocalipsis. Así, el propio hecho de que ambos problemas hayan sido resueltos conjuntamente –o mejor dicho, uno inmediatamente después del otro– constituye en sí mismo una indicación más de la validez del razonamiento que hemos desarrollado aquí. En conclusión, hemos resuelto el enigma del Apocalipsis comparando las imágenes demoníacas del dragón y las bestias malignas que aparecen en él con Apofis, la serpiente diabólica enemiga de Ra, el dios del Sol en la mitología egipcia, y comprobando después que la suma de los números correspondientes a las letras griegas de su nombre corresponde al número 666. Se obtiene este resultado porque hay que excluir la A inicial de la suma para realizar el cálculo correcto, habida cuenta de que la cabeza de la Bestia del Apocalipsis fue “degollada hasta la muerte” –lo cual encuentra confirmación en el hecho de que a Apofis se le represente también con la cabeza cortada–. Otra verificación de la credibilidad de esta solución reside en que proporciona a su vez la clave para resolver otro antiguo problema. En efecto, nos ha permitido dar un sentido completo a las palabras pronunciadas por Pluto, personaje demoníaco del Infierno de Dante, que hasta ahora se consideraban incomprensibles. Las soluciones propuestas a los dos enigmas, por tanto, se corroboran mutuamente, reforzando su verosimilitud. Aquí también se podría añadir que uno y otro están representados plásticamente por la imagen de la figura 1, en la que se representa a Apofis en el momento que es decapitado. Siguiendo con el enigma de las palabras pronunciadas por Pluto, que como acabamos de ver está estrechamente relacionado con el anterior, sigue en pie la cuestión de si fue el propio Dante el primero en comprender que el nombre escondido tras el número 666 era Apofis, o si se lo había dicho otra persona, y en este último caso, cómo y de quién había recibido tal información. Se trata de un problema extremadamente difícil –que en algunos aspectos recuerda, por ejemplo, al de las fuentes de las que se nutrió para construir el enigmático personaje del “Mensajero celestial” del canto IX del Infierno15 así como el personaje de Gerión del canto XVII–;16 pero nos parece justo mencionarlo para recordar que, en todo campo del saber humano, la solución a cualquier problema pasa a menudo por tener que enfrentarse a otros nuevos. Trad. Marc García. |
NOTAS | |
1 | cf. M.G. Michael. The Number of the Beast, 666 (Revelation 13:16-18): Background, Sources and Interpretation. Sydney, 1998. |
2 | Ap 13, 18. |
3 | Ap 12, 1-9; 13, 1-13; 13, 18. |
4 | cf. G. Pinch. Handbook of Egyptian Mythology. Santa Barbara, California, 2002. |
5 | Ap 13, 13. |
6 | G. Pinch. Op. cit., p. 107. |
7 | cf. G. Roskam. Plutarch on the alpha. Les Etudes Classiques 99, 285-300, Namur, 2020. |
8 | Pseudo-Higino. Fabulae, 140. |
9 | Ovidio. Las metamorfosis I, 438-444. |
10 | Ap 12, 4. |
11 | Dante. Infierno VI, 115. |
12 | cf. G. Sasso. L’enigma di Dante: il significato di Pape Satàn, pape Satàn aleppe. Bologna, 2021. |
13 | Dante. Infierno VII, 1-15 (traducción castellana extraída de la edición de La Divina Comedia de la editorial Espasa Calpe, Madrid, 1986). |
14 | Ap. 12, 9. |
15 | F. Vinci, A. Maiuri. Parallelismi tra Dante e Omero: il Messo celeste nel IX Canto dell’Inferno dantesco. Appunti Romani di Filologia 23 , 47-56, Pisa, 2021. |
16 | F. Vinci, A. Maiuri. Possibili fonti inedite del personaggio di Gerione nell’Inferno dantesco. Appunti Romani di Filologia 25, 55-61, Pisa, 2023. |
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