y compendioso..., Madrid 1739 |
(Apocalipsis del Asclepio) |
"Se
preferirán las tinieblas a la luz, y se preferirá la muerte
a la vida; nadie levantará al cielo su mirada; sino que el hombre
piadoso será tenido por loco, el impío honrado como sabio,
el cobarde tomado por valiente y al hombre de bien se le castigará
como a un malhechor. En cuanto al alma y a las cosas del alma así
como a las de la inmortalidad y al resto de lo que os he dicho, oh Tat,
Asclepio y Ammón, no solamente se pensará que (se trata de)
cosas ridículas, sino que incluso serán objeto de mofa. Es
más, creedme sobre este punto, las (personas espirituales) de esta
clase correrán el mayor peligro en cuanto a su vida; y una nueva
ley será establecida. […] (y se) ir(án), (las divini)dades
bien(hechoras), y los ángeles malvados permanecerán con los
hombres, siguiendo con ellos para arrastrarlos al mal con total impudicia
y a la impiedad, así como a las guerras y al bandidaje, enseñándoles
todo lo que es contra natura. En esos días, la tierra ya no tendrá
sus cimientos, y no se navegará más por el mar, ni se conocerán
las estrellas que (están) en el cielo. Toda voz santa (que exprese)
la palabra de Dios deberá callar, y el aire enfermará. Es
ésa la vejez del mundo: la impiedad y la deshonra, y el caso omiso
a (toda) palabra de bien.
Ahora, cuando todos estos acontecimientos tienen lugar, oh Asclepio, entonces el Señor, el Padre y el Dios, el Demiurgo del primer Dios único, comienza por observar lo que se ha producido; y, tras haber opuesto al desorden su designio, que es el bien, extirpa el error, y a la malicia, la suprime: unas veces la sumerge bajo un diluvio de agua, otras la consume en un fuego violento, otras en fin la aplasta bajo guerras y epidemias, hasta devolver (su universo al antiguo estado) . de esta obra. Y tal es el nacimiento del mundo, el restablecimiento de las (cosas) santas y buenas, que se producirá en el transcurso de un movimiento circular del tiempo que jamás ha tenido comienzo, pues la voluntad de Dios no tiene principio, como tampoco su naturaleza, que es su voluntad. En efecto, la naturaleza de Dios, (es) la voluntad, y su voluntad, (es) el bien." (Manuscrito del Asclepio copto de Nag Hammadi, VI, 72.8-74.17). |
Linga Purana II, 39-40 |
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