LA TRADICION Y EL MICO DE DIOS (cont.)
JOSE MARIA CONDE IGELMO
FUENTES TRADICIONALES
Es obvio que después de esta exposición y reflexión aclarativa acerca de los fundamentos doctrinales y metafísicos, será muy instructivo la exposición de lo que las diferentes fuentes tradicionales señalan acerca de las denominadas edades del Mundo. 

Nos ha parecido que lo mejor es ceñirnos a tres de ellas, sobre todo por los textos que las soportan, a la par que las diversas interpretaciones que pueden haberse derivado de alguna. Por eso incluimos la griega, la cristiana, (bíblica) y la hindú, y de todas es esta última quien aporta los textos más ricos. Sin embargo no podemos dejar de aludir a la tradición piel roja, en concreto la sioux lakota oglala, que tiene muchas similitudes con la hindú. Queremos detenernos un instante en esta bella civilización perdida y, al margen de la etnografía oficial, que pretende una filiación de los indios con Mongolia, como si hubieran traspasado un tipo de puente que permitiera a todas estas tribus poblar desde el círculo polar Artico hasta la cordillera andina y más al sur, hacernos eco de las opiniones, más en la línea de una metahistoria, que ubican el centro de todas estas tribus a partir de la antigua Atlántida. No sabemos realmente de dónde procedían, pero la visión suprasensible permite establecer correspondencias que hacen viable tal interpretación. En esta tradición piel roja la similitud entre el bisonte que sostiene el mundo y el bisonte hindú, que simboliza el Dhârma de un cierto ciclo, es patente. Lo que importa retener es que el animal se apoya en cuatro patas, como cuatro son los números que dan la plenitud decádica. A medida que avanza el actual ciclo el bisonte va perdiendo cada una de sus patas, asegurando esta raza roja que ya sólo queda en pie por una sola de ellas. Cuando la pierda, entonces no podrá retener más las aguas, símbolo de lo inmanifiesto, que vienen por el Oeste, lugar sagrado por excelencia por ser la morada de los poderes del trueno, inundando toda la tierra. Este será el fin de ciclo. 
 

La fuente griega
El mundo griego, como cualquier civilización de orden tradicional, tuvo sus propias formas, pero la peculiaridad de este pueblo fue su inclinación al razonamiento, lo que dio lugar al nacimiento de la filosofía. El por qué fue este pueblo el causante del filosofar, tal y como se le ha entendido a lo largo de la historia es algo que no nos interesa aquí. Lo cierto es que tuvieron sus tradiciones muy ligadas a otros pueblos, por ejemplo a la India. Los habitantes de la península del Indo ya tenían conocimiento de éstos, y así lo relatan algunos Puranas. Los habitantes de las diversas culturas tenían conocimiento entre ellos, que les hacía saber de la existencia de otras civilizaciones. En realidad, antes que los griegos propiamente dichos hubo una civilización, que por los pocos datos que han sobrevivido, podía equipararse a la hindú. Era la cretense, donde el Mito y el Rito desempeñaban el papel de ejes. 

Los griegos recibieron las diversas enseñanzas a través de los poetas, sobre todo Homero y Hesíodo, a la vez que leyendas por mediación de los trágicos... Pero no sólo de éstos, por lo que comenta Platón también la civilización egipcia tuvo su peso, de hecho éste en el Critias, y en el Timeo,... dice que hubo contactos que permitieron a los griegos el acceso al conocimiento de las ciencias. Sin ir más lejos se dice que Thales, el de Mileto, estuvo en relación con la civilización egipcia y aprendió diversas cuestiones matemáticas. 

Las similitudes de los griegos con los habitantes de la península del Indo son notables en el aspecto de sus ideas-fines, e incluso en ciertos cultos y dioses. Todo ello en razón de su pertenencia al cuadro común indoeuropeo; además en su lengua hay muchas raíces de palabras que son similares. Respecto a sus dioses, las relaciones son estrechas, así por ejemplo entre el dios griego Dyonisios, y el dios hindú Skanda, o bien Shiva. Es cierto que sólo son aproximaciones, pero sirven de identificación entre una y otra. 

Sobre el dios Shiva relata el Shiva Purana la importancia del lugar central, el centro es el fundamento en cualquier civilización tradicional en el que se manifiesta la potencia y el poder del dios. El lugar central puede equipararse con el eje vertical por el que suben y bajan los diversos órdenes de la escala mitológica. Y este eje tiene relación al símbolo representado por el órgano viril masculino (lingam), sólo a título simbólico, con lo que esto significa, es decir, no tomar una sombra por una realidad. De hecho el texto anterior señala que "para complacer al Señor debe venerarse su símbolo, independientemente de su función física..."39 

En la cultura griega, que en la época de Platón está en un proceso de desligazón de sus lazos tradicionales, Dyonisios es honrado en forma de poste o columna, y los lugares en que se da son los más tradicionales, aquellos de Cnossos, Malta,... Simbólicamente, el poste corresponde al dios, en su forma de príapo o divinidad fálica, así "Agyeius significa un pilar puntiagudo o cónico",... que "según Hesíodo era un altar en forma de pilar erigido ante las puertas".40 

Este tronco indoeuropeo liga la tradición a una visión cíclica del tiempo, en contraposición con la perspectiva semítica, lineal y escatológica. Esta oposición, entre una visión circular y otra rectilínea, existe en cierto nivel, una vez superado el mismo, deja de existir. En realidad se trata de dos posibilidades inherentes al espíritu humano, vía de verticalidad la primera, y sentido de primacía en la horizontalidad. Como decimos esto es sólo en cierto nivel. Por eso hemos integrado la visión bíblica en la perspectiva cíclica del tiempo. La perspectiva semítica alude al Único, como el punto de vista ario, pero mantiene una diferencia con éste, es su interés por el nacimiento humano. Acoge con especial énfasis el factor humano, el otro acoge a todo el cosmos e intenta que el hombre participe sacralizando la existencia de todo el conjunto de la manifestación. Sin embargo la perspectiva cíclica puede dar aberraciones en su planteamiento, en mentes racionalistas, como por ejemplo la experiencia del nazismo. 

La visión indoaria intenta remarcar la multiplicidad de estados del ser, así como la instauración evidente del Todo. De ahí que para el hombre con una visión cristiana -que es esencialmente la que tratamos en este apartado- que se basa en la esperanza pueda dar la sensación de hallarse desvalido. Esto no quiere decir que en la tradición indoaria se deja de lado el factor humano, sólo que no se remarca la visión del pecado y la caída desde un punto de vista cuasi-teológico, sino más bien mítico. La dualidad inherente a toda la naturaleza sólo es pecaminosa, no por que sí, si no se cumple con el deber de ordenar-(la)-se con respecto al modelo, o en otras palabras, si el sacrificio ha sido desterrado. Hay, sin embargo una conjunción de miras en cuanto que el cristianismo relata la Gloria de Dios, y la civilización hindú muestra que tú eres Eso. De lo dicho puede acabarse indicando que a la primera no le hacen falta vidas para la realización, mientras que a la última sí, por ser más primordial y totalizadora, hallándose ligada a la naturaleza como velo (Maya) del Atman. 

Retomando el tema acerca de las fuentes griegas, hemos escogido a Hesíodo, ya que con él nos remontamos a los primeros escritos de la fase posterior al siglo VIII a. de C. Nos cuenta el mito de las razas humanas, que hace referencia de lleno a la concepción cualificada del tiempo. Veamos partes del relato que nos interesan: 
 

    Si quieres ahora, con todo detalle, te contaré otro relato y tú grábate en tu mente cómo dioses y hombres han llegado a ser del mismo origen. En un primer momento los Inmortales que habitaban las moradas olímpicas crearon una raza áurea de hombres mortales. Estos existían en época de Cronos, cuando él reinaba sobre el Cielo, y vivían como dioses con un corazón sin preocupaciones, sin trabajo y sin miseria, ni siquiera la terrible vejez estaba presente, sino que siempre del mismo aspecto en pies y manos se regocijaban en los banquetes lejos de todo mal, y morían encadenados por un sueño; tenían toda clase de bienes y la tierra de ricas entrañas espontáneamente producía mucho y abundante fruto; ellos tranquilos y contentos compartían sus trabajos con muchos deleites. 

    Después que la tierra sepultó a esta raza, ellos, por decisión del gran Zeus, son daimones, favorables, terrenales, guardianes de hombres mortales,... 

    A continuación una segunda raza, mucho peor, de plata, crearon los que habitan las moradas olímpicas, en nada semejante a la de oro en cuanto a su naturaleza e inteligencia... A éstos, después, Zeus Crónida, irritado los hizo desaparecer porque no honraban a los bienaventurados dioses que habitan el Olimpo. ... 

    El padre Zeus creó otra raza de hombres mortales, de bronce, en nada semejante a la de plata, nacida de los fresnos, terrible y vigorosa, a éstos les preocupaban las funestas acciones de Ares (Marte, dios del combate) y los actos de violencia... 

    Broncíneas eran sus armas, broncíneas eran sus casas y con bronce trabajaban, pues no existía el negro hierro. Sometidos por sus propias manos descendieron a la enmohecida morada del horrible Hades (dios de los infiernos) en el anonimato, pues aunque eran brillantes también les sorprendió la llegada de la muerte, y dejaron la brillante luz del sol. 

    Después que la tierra sepultó esta raza, de nuevo Zeus Crónida, sobre la fecunda tierra, creó una cuarta, más justa y mejor, raza divina de héroes que se llamaban semidioses, una especie en la tierra sin límites. A éstos la malvada guerra... los aniquilaron...; a otros el padre Zeus, proporcionándoles vida y costumbres lejos de los hombres, los estableció en los confines de la tierra. ... 

    Y después no hubiera yo querido estar entre los hombres de la quinta raza, sino que hubiera querido morir antes o nacer después. Pues ahora existe una raza de hierro; ni de día ni de noche cesarán de estar agobiados por la fatiga y la miseria; y los dioses les darán arduas preocupaciones, continuamente mezclarán los bienes con los males. 
     

Hasta aquí el resumen del relato sobre las razas en la obra hesiódica "Los trabajos y los días". Encontramos la concepción del tiempo a través de un proceso cíclico, que lleva el nombre de los metales que anteriormente nombramos: oro, plata, bronce, hierro. También hay que observar que no es exactamente el número cuatro el que destaca en la exposición sino más bien el cinco. Trataremos de explicarlo, pero no debe olvidarse que lo esencial no es su exacta correspondencia, más bien es la idea que late en todas las culturas antiguas, que tiene que ver con el érase una vez de los Cuentos y Leyendas. 

Podemos resumir este Cuento, diciendo que hay al comienzo una edad feliz, en la que se desconocen las enfermedades o calamidades, transcurriendo todo en armonía con el principio, del que existe un lazo natural, puesto que no puede ser de otro modo. Pero Hesíodo nos advierte de la importancia del recuerdo, puesto que el olvido es una cosa nefasta para los pueblos, aunque el olvido de los orígenes lo es mucho más, ya que tanto dioses como hombres han tenido un mismo origen. De ahí surge la necesidad de una historia sagrada, pues su sentido es aquel de memorizar unos comienzos, que al individuo le harán sentirse abrigado, pero que su finalidad es la realización en sí mismo, de modo operativo, la transformación de su ser. 

La seguridad de que tanto dioses como hombres tienen el mismo origen, puesto que toda la manifestación posee la misma raíz, le hace al hombre tomar conciencia de que hay una chispa de lo divino en nosotros, no sólo en las potencias denominadas dioses. En la tradición cristiana tenemos el relato de la desobediencia de los ángeles de Luz al Creador por haber permitido que el hombre portase la llama en su interior, pues esto los equiparaba a ellos, lo que atestigua que la envidia o confrontación se halla en los principios del estadio del ser. 

En sus comienzos, el mundo fue gobernado por Cronos, el Tiempo, en el que su soberanía armónica incluía al cielo y a la tierra. Fue en esa época cuando los Inmortales (los dioses) crearon la primera raza de hombres mortales. Al crearlos les infundieron su chispa, y habitaron una tierra benéfica como uno de sus dones. Saturno, que fue destronado por su hijo, Zeus-Júpiter, simboliza el estado de plenitud del ser humano, puesto que indica que el Maestro del Tiempo, remite a los ciclos de manera natural, o lo que es lo mismo, la Acción contiene en sí las posibilidades primeras sin haberse desplegado aún la manifestación. Esta raza, que tuvo su tiempo en tanto correspondía a cada tiempo un modo de cualidad, fue sepultada y puesta como daimones o pequeños geniecillos favorables a los hombres. Una vez que acabe esta época, Saturno no gobernará el Mundo, y se exiliará a la isla de Sicilia, esto es, el Tiempo despliega sus posibilidades en relación al espacio, que corresponde a Zeus. 

Una segunda raza suplantó a la primera, pero ya no era como aquella, puesto que el cosmos tenía otro tipo de cualidades, de las que no se pueden librar tampoco los dioses. Corresponde a la plata o a la luna, y como tal es un reflejo de la primera. Una imagen se halla sometida al deterioro del tiempo. Hay algo que se remarca como inferior, su inteligencia. Y por esa falta de inteligencia se olvidaron de sus deberes, el Dharma, y el Deber de su especie, con lo que Zeus los hizo desaparecer. 

Otra tercera raza vino a suplir a la anterior, y de seres de grandes pasiones, nacidos de los fresnos. Este árbol en las correspondencias con los astros tiene que ver con el planeta Júpiter. El vigor tiene que ver con el aumento de la pasión y de la sangre, y como tal les atraía la acción de la cópula de Venus junto al planeta Marte. La energía y el vigor eran usados para la actividad violenta. De la misma manera los hombres de la última edad se hallarán interesados por la lujuria, correspondiente al astro venusino, y la violencia, significado del ardor marciano. 

Una cuarta raza apareció posteriormente, raza de Héroes y semidioses, y en todo favorable a Zeus. A ésta hay que atribuirle el papel de puente por el hecho de que los hombres de la última edad, en su oscuridad, algunos anhelarán en su corazón acceder a un "lugar" propicio para el "recuerdo". Cada tiempo tiene una cualidad diferente de los anteriores, y tal tiempo debe ser apropiado para la última raza. Ahora bien, el factor esencial no puede desaparecer, se limita al máximo, por eso "el Espíritu habitó en las tinieblas (aspecto substancial o tenebroso), pero estas no le acogieron".41 

Esta raza puente tiene la función de esperar mejores tiempos. En la última época los santos, que son esa raza de Héroes semidioses, no pululan por ser los mensajeros de la Luz, y al estar los tiempos negros, se retiran. "Cuando los tiempos no están en conveniencia con la ley, encuentran (los santos) muchas dificultades en el mundo. Entonces ahondan profundamente sus raíces en la paz suprema y esperan".42 

Por lo tanto, la idea central de todo el relato es aquella de que, debido al aspecto cualitativo de las cosas, se produce un constante fluir en todo, y así como la vida te viene y no la puedes rechazar, se te va y no la puedes retener,43 del mismo modo todo ocurre necesariamente, y en esa necesidad radica la posibilidad inherente al despliegue. Esa raza, sin embargo, parece que fue algo especial, pues, continúa el relato, "les proporcionó la vida y costumbres lejos de los hombres..., y los estableció en los confines de la tierra". Es ese estado en que el sabio está sin estar, su lugar es de otro mundo, y siempre roza el límite de la tierra con el otro mundo. 

De esas cuatro posibilidades arquetípicas que el tiempo adopta, el ciclo oscuro es una parte de ella, porque como parte del mundo manifiesto, su misión es hilar todo el proceso ontológico.44 Cuando se actualiza los santos se retiran y ahondan sus raíces en la paz profunda. Esta es la función de esa cuarta raza que nos cuenta Hesíodo. Pero ¿qué pasa con la última de las razas? 

Sigue el relato: 

    Zeus destruirá también esta cuarta raza de hombres mortales cuando al nacer resulten encanecidos. El padre no será semejante a los hijos, ni los hijos al padre, el huésped no será grato al que da la hospitalidad, ni el compañero al compañero, ni el hermano al hermano como antes. 

    Despreciarán a los padres tan pronto como lleguen a la vejez; los censurarán hablándoles con duras palabras, faltos de entrañas, desconocedores del temor de los dioses; no podrán dar el alimento debido a los padres que envejecen, y aquéllos, para quienes la fuerza es justicia, uno ejercerá el pillaje sobre la ciudad del otro... 

    La destructora envidia de mirada siniestra, que se alegra del mal ajeno, seguirá a todos los hombres malvados, para el mal. 
     

Es el destino de esta raza final, que al igual que todas las otras desaparecerá, aunque de modo distinto a las otras, y aquí es donde se produce el interés, ya que la palabra clave para ella es el dolor. No deja de ser sintomático que señale los diversos hechos que ocurrirán entre los mismos individuos de esa negra edad. Por de pronto las normas hacia los ancestros son abolidas, y es en ese sentido como los padres, símbolo del aspecto esencial, se desprecian. Si el cuarto mandamiento cristiano representa el respeto a la ley a través de los progenitores, ahora la situación es distinta. Se ha olvidado la ley, y únicamente se desea el provecho propio. 

La oposición al principio, se ha hecho cada vez más evidente, el antagonismo se ha convertido en lucha directa, hasta el punto en que la hospitalidad, la familia,... son olvidados. Es el momento del "sálvese quien pueda", el egoísmo se ha extendido como un cáncer por la faz de la tierra. La vejez es combatida a muerte, y los padres son olvidados porque en el fondo recuerdan el final de todo lo viviente. Todo lo que tiene valor se hace, no por sí mismo, sino por la ganancia que supone. El odio a aquello que no deja sitio para el egoísmo es manifiesto. El ladrón será exaltado al primer plano, convirtiéndose incluso en modelo a seguir, mientras que la honestidad y la justicia serán simples palabras desprovistas de todo significado real. Pero lo que es importante no perder de vista es la imposibilidad de parar ese proceso, puesto que es necesario que eso ocurra. Es como si el veneno debiera apurarse hasta la última gota. 

No habrá conciencia de la fidelidad ni del juramento, tanto lo bueno como lo malo se hallarán mezclados, que es igual que indicar que los hombres de esa época no tendrán discriminación entre los opuestos. Por lo tanto es el dolor el que gana en primacía en tal estado de cosas. Sólo resta esperar, estar alerta, pues como dice Cristo, "el ladrón puede venir en cualquier momento". 

En resumen, la última edad del tiempo cualificado manifiesta algo tan natural como el simple desgaste de la existencia, sin que ella sea desgastada en sí misma. No solo se desgasta la raza de los hombres, el entorno cósmico sufre también de este sacrificio. 
 

La fuente bíblica  

Váse entonces y toma consigo otros siete espíritus
peores que él y entrando se establece allí y resultan las
postrimerías de aquel hombre peores que los principios.
Lc 11, 26
 
 
La concepción semítica del tiempo, y por ende la bíblica, es lineal, no cíclica. Pero esto no es impedimento para observar que la misma idea directriz, que tenía en mente la civilización griega, la tenemos en su formulación. Si en los griegos hallamos su interés por la Naturaleza, de donde sus ritmos anuales son una derivación, en la tradición cristiana la función primordial se halla centrada en el hombre y en Dios. En el primero por ser criatura, y en el segundo porque gracias a su Bondad creativa, la criatura se halla ensalzada, a pesar del primer pecado que marcó toda la Existencia. Lo cual no significa que la naturaleza se halle fuera de su interés, porque toda ella "enarrant gloriae dei" (narran la gloria divina). Sin embargo es más acentuado el hecho de ser el hombre centro, y como tal, quizá, ha hecho dirigirse a lo largo de la historia el interés hacia sí, olvidando a menudo que el lazo entre una y otro era obligatorio. 

Pero lo importante para nosotros es esa perspectiva lineal, de manera que la creación es única, y que la historia salvífica de Cristo, también lo es a la vez. Tal concepción, en un sentido literal, resulta cuando menos, falta de universalidad. Ahora bien, si esa visión se aplica en cuanto Mito, lo que significa que es un soporte para superar el estadio de ser actual, entonces no hay ninguna objeción. 

La visión del tiempo hace hincapié en el hecho de la creación, el hombre está hecho a imagen y semejanza del Creador, pero este hecho no significa que él sea dueño y señor de lo creado para sí mismo. La fuente bíblica no se entiende hasta que después del acto creativo (exitus) no se produce la función escatológica (reditus). En otras palabras, todo cuanto late pertenece a Aquél por el que tomó vida. Y la mejor demostración de ello son los actos, puesto que por sus actos les conoceréis, siendo la moral uno de los puntos que más ha interesado al cristianismo. 

El ejemplo de que la acción del hombre posee un papel clave lo tenemos en que la Biblia apenas tiene unas palabras para la Creación del mundo, al comienzo del Antiguo Testamento. Aunque lo poco acerca de la composición del cosmos, del comienzo del mundo y de su fin, ha sido suficiente para que se haya podido crear toda una tradición escatológica a su alrededor. Es una mentalidad más explícita y menos interesada en la investigación de las cosas. 

Pero al igual que en la tradición griega, el tema de las cuatro razas está presente, aunque no de una manera tan significativa. 

Pero es suficientemente explícita como para observar que deja esa salida a una profundización exegética de la doctrina. No perdamos pues de vista que lo único que realmente interesa en la fuente bíblica es la Gloria de Dios. 

Los cuatro pulsos o edades del mundo pueden ser enfocados desde una vertiente veterotestamentaria (Antiguo Testamento) o la otra neotestamentaria (Nuevo Testamento). En la primera es patente a través de la línea de los profetas, llamados mayores, Ezequiel, Daniel,...; mientras que en la segunda es a través del Apocalipsis de S. Juan. No olvidemos que esta línea ha tenido en el occidente cristiano más influencia de la que se supone; de hecho en la Edad Media Joaquín de Fiore fue el precursor de un movimiento milenarista, que tuvo más tarde su influencia en toda la cristiandad.45 

Dentro del Antiguo Testamento, tenemos un libro que expone perfectamente la noción de las cuatro edades del Mundo, se trata del libro del profeta Daniel. El Reino de Judá, con capital en Jerusalén, fue anexionado por el rey de Babilonia, Nabucodonosor, en el año 587 a. de C. lo que supuso su cautiverio. El exilio durará 70 años, hasta que Ciro, rey de los persas, libere a los judíos. Durante el lapso de cautividad adquieren peso específico los profetas, que como mensajeros del Único harán que el pueblo no olvide el culto ni la tradición. De estos profetas hay dos de especial interés: Daniel y Ezequiel. Profetizan para que: 

Las ondas de las aguas no me ahoguen
ni me trague tampoco el remolino
ni cierre el pozo sobre mí su boca
Daniel, con los otros cuatro profetas, es educado en el saber (el conocimiento), pues "Dios concedió a aquellos cuatro muchachos saber e inteligencia en toda la escritura y sabiduría, y Daniel entendía toda suerte de visiones y sueños.... En cuantas cosas de sabiduría e inteligencia...".46 

El significado de ello se refiere a que la profecía está basada en la doctrina metafísica, léase sabiduría, proveniente de Dios, no de los hombres. 

A través de los signos es como Dios habla a su pueblo, y como Daniel está versado en éstos, su significado es fiel al recuerdo: 

¡Oh Yahveh, Señor Nuestro!
¡Cuán ilustre es tu nombre
por todo el universo!
La visión semítica es elíptica y dada a los cambios de tono, de la que hallamos otro ejemplo en el Corán, destinado a gentes nómadas, viajeros, peregrinos,... Lenguaje hiperbólico en el que la literalidad de los pasajes puede ser un velo. 

Daniel, versado en la sabiduría (de Dios), es el protagonista de los hechos ocurridos en la corte de Nabucodonosor. El rey tuvo un sueño que le perturba de tal manera que no puede dormir, y acaba preso de la ira, porque sus adivinos, a los que llamó para calmar su mente, no le dan un significado preciso acerca de ellos. Pero nadie en el reino, al parecer, es capaz de darle una respuesta segura que le aporte el sosiego deseado, y más por ser rey, de que su poder está asegurado. El hecho es que los adivinos no sólo no pueden descifrar el sueño, sino que tampoco dan con la clase de visión que ha tenido el monarca. Ante su incapacidad el rey manifiesta su disgusto y opta por ejecutarlos, momento en que entra en escena Daniel. 

Intercederá ante el capitán de la guardia para que le permita ver al monarca e interpretar el sueño. Este punto es de especial importancia, pues señala el límite donde se diferencian el adivino que simplemente se dedica a técnicas mágicas (véase los ocultistas-espiritistas,...de hoy día), y el que se basa en el fundamento del que bebe la técnica adivinatoria, la sabiduría o teúrgia. La multitud de magos es incapaz de traducir el sueño, pues en su punto de mira sólo se hallan datos, mientras que Daniel, versado en la Unidad, reduce todos los datos a ella. La multiplicidad encuentra su apoyo en la unidad, y sólo de esta manera puede ser enfocada. Es una transposición de la función de Cristo (el vidente por antonomasia) en virtud de Salvador de todos los hombres. 

Daniel es recibido por el monarca, desesperado ante lo que ve como una amenaza para la estabilidad de sí mismo y de su reino. El profeta le relata el tipo de visión que tuvo, ante lo que el rey se queda estupefacto. He aquí el relato: 
 

    Tú ¡Oh rey!, estabas mirando y hete aquí una gran estatua. Tal estatua era enorme y su brillo extraordinario; erguíase frente a tí y su aspecto era temible. La cabeza de tal estatua era de oro fino; su pecho y sus brazos de plata; su vientre y sus lomos, de bronce; sus muslos de hierro, y sus pies parte de arcilla y parte de hierro. Estábasla mirando, hasta que se desgajó una piedra sin que interviniera mano alguna e hirió la estatua en sus pies de hierro y arcilla y los pulverizó. Entonces, pulverizáronse a una el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro, y vinieron a ser como el tamo de la era en verano, que fueron arrebatados por el viento sin que rastro alguno se encontrara ya de ellos; pero de la piedra que hiriera a la estatua se convirtió en una gran montaña que llenó toda la tierra.47 
     
No hay duda de que bajo una imagen, Daniel nos proporciona, en la tradición bíblica, la visión de las cuatro edades del mundo, y otra vez bajo el simbolismo de los cuatro metales. A ello añade un punto significativo, como es esa concepción muy ligada al hombre, y su división de las cuatro partes de su cuerpo, cabeza, pecho, vientre, y piernas. 

El sueño contrapone al rey que mira por su reino y que cree poseer todos los confines de la tierra, las cuatro direcciones, a la estatua, el hombre interior, que es realmente el rey.48 Pero en este caso parece que la estatua tiene que ver con los poderes que emanan de la monarquía, muy ligados a la significación del número cuatro en cuanto solidificador de la manifestación, y la estabilidad. Tales poderes no son nada en sí, pues una pequeña piedra, (y entramos en el simbolismo de la piedra, que alude a la Unidad) no movida por mano alguna de hombre, hace caer todo el edificio. La inmovilidad de la piedra indica que el Espíritu sopla donde quiere y nadie sabe cuándo y dónde. 

El sueño continúa, pero ahora es la interpretación de éste: 
 

    Tú, oh rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado el imperio, la fuerza, el poder y la majestad, y en cuyas manos ha entregado todos los sitios donde habitan los hijos del hombre, las bestias del campo, y los pájaros del cielo, y al que ha hecho soberano de todos ellos,49 tú eres la cabeza de oro. Y después de tí se alzará otro imperio inferior al tuyo, y luego un tercer imperio de bronce, que dominará en toda la tierra; luego un cuarto imperio fuerte como el hierro; pues como el hierro todo pulveriza y aniquila, pulverizará y destruirá todas las cosas. Y lo que viste que sus pies y sus dedos eran en parte de arcilla y en parte de hierro, indica que su reino será dividido, mas tendrá en sí la consistencia del hierro, por cuanto viste el hierro mezclado con la arcilla del alfarero. 

    Y como los dedos de los pies eran en parte de hierro y en parte de arcilla, una porción de él será fuerte y parte de él será quebradizo. 

    El que vieses el hierro mezclado con el barro arcilloso, indica que, se mezclarán entre sí por vía de simiente humana, pero no se adherirán el uno al otro, de igual suerte que el hierro no se puede amalgamar con la arcilla. 

    Y en los días de estos reyes suscitará el Dios del cielo un reino que jamás será destruido...50 
     

Se han dado múltiples interpretaciones de estos designios, pero hemos convenido en una, por otra parte con un estudio bastante serio, que añade fechas históricas acerca de cómo se acerca el fin de los tiempos. En este análisis histórico se va dejando entrever que la decadencia cíclica, a la que aluden todas las tradiciones, es palpable.51 

La obra que hemos escogido hace una interpretación del denominado ciclo de Daniel, en el que inserta las cuatro edades, para esta época. He aquí como lo define J. Phauré: "El ciclo de Daniel, propiamente dicho, comprende siete 'años de años', es decir, 360 años por 7, lo que hace un total de 2520 años. Su prolongación incluye los 72 años de la primera Tribulación del Apocalipsis que acabará con la gran doriforia de 1989. Su duración, entonces, será de 2592 años. Además se subraya la importancia escatológica fundamental de las centurias de Nostradamus, ya que aparecen en el hecho del 6º/7º ciclo aproximadamente, y exactamente 2160 años después de su comienzo". Y realmente en el año 1989 hubo una doriforia en el cielo, que en el lenguaje astrológico es una acumulación de planetas en un mismo signo. Se dio durante la Navidad de ese año y el mes de Enero de 1990. 

Veamos ahora la división que este autor propone de las cuatro edades, históricamente, desde el imperio babilónico de Nabucodonosor: 

1. El imperio que corresponde a la cabeza de oro es el reino de Babilonia, que se manifestó entre el año 625 al 535 a. de C., que finalizará con su toma por Ciro, rey de los persas, el cual devolverá la libertad a los judíos. Aproximadamente dura un siglo. 

2. El pecho y los brazos de la estatua, de plata, se refiere al imperio persa, que durará hasta la invasión de Alejandro el Grande, el año 331 a. de C. Su duración es aproximadamente de unos dos siglos. 

3. El vientre y los lomos, de bronce, tienen que ver con el imperio creado por Alejandro, aquél de la Grecia helenística. Situado desde el año 332, fundación de Alejandría, hasta el año 30 a. de C. en que los romanos conquistan Egipto. Su duración aproximada viene a ser de unos tres siglos. 

4. Las piernas de hierro apuntan al imperio romano, que va desde el año 28 a. de C., con el emperador Octavio Augusto, al 395 d. de C. en el que muere Teodosio, con la consecuente división del imperio. Esta división tiene que ver con la mezcla de arcilla y hierro, de donde resulta que una parte será fuerte y otra débil. La duración del imperio romano (hasta Teodosio) es de unos cuatro siglos.

Esta división cuatripartita del tiempo cumple el ritmo, con otro orden que el de la duración de los yugas, del cuaternario que simboliza la Tetraktys pitagórica (1-2-3-4). Como dijimos antes, la división del mundo en etapas, desde una perspectiva cristiana, no entra en conflicto con las demás tradiciones, puesto que el aspecto formal siempre supone un límite, y las controversias se refieren a esta faceta exotérica, no a la visión de fondo, que es la de una división de las edades del mundo, de la que saca las consecuencias de su propio latir. 

Pero pongamos atención sobre esa pequeña piedra que devendrá una gran montaña. Sin por ello olvidar que la división del imperio en dos partes corresponde exactamente al imperio bizantino y al imperio occidental, que será el lugar de la futura cristiandad, entendida en sentido parcial. Pues por regla general se olvida que tan cristiano, en sentido estricto, es el imperio que correspondió a Bizancio como el de Roma. Su posterior separación, debido al cisma del año 1054 será una catástrofe para el mundo cristiano. Una vez pasada la Edad Media, y con la creciente secularización de la doctrina, tendrá lugar la eclosión de la edad de las naciones, correspondiente a las diversas nacionalidades. 

El simbolismo de la piedra es muy amplio, por eso nos ceñiremos a lo fundamental de él. Lo pétreo, como el término indica, simboliza lo estable, no está sometido a las fluctuaciones, siendo su imagen la de solidificación. Esta solidificación significa que no existen fisuras, por lo que sus partes están perfectamente integradas. Puede servirnos de guía el simbolismo zodiacal52 de la piedra, que está ligado al signo de Capricornio. 

Capricornio es el décimo signo del zodíaco, y su simbolismo se refiere a lo estable, a lo que se ha alcanzado con fuerza, ambición, y dureza. Por eso en el ámbito social, el lugar de elevación por antonomasia es el honor. Otra cosa es cómo se entienda ese honor. Pero lo importante es su alusión a un status que conlleva respeto, y en su vertiente dura, poder. Si el honor ha sido, y es, un aspecto importante de la vida de los individuos, es porque en realidad supone la solidificación de su imagen en lo colectivo, de una afirmación del propio yo en el entorno social. La piedra, por lo tanto es el fundamento donde las cosas toman asiento, y en lo social, la piedra viene representada por lo que uno desea poseer, la afirmación de sí mismo ante el mundo. 

En un tema natal siempre será la cabra montesa (Capricornio) con cola de pez, quién mejor señale el deseo de ascender hacia arriba, el honor social,... No obstante, el ascenso desde el limo del hogar, en el signo opuesto de Cáncer, con sus limitaciones, hasta la cumbre de la montaña, Capricornio, no supone la liberación, sino la aceptación de otra limitación, mas que ahora es de otro orden. Por eso Capricornio es símbolo de los límites, de lo que ata, y que ata en el ámbito social más que las responsabilidades inherentes a una posición, sea familiar, individual, política, o de otro orden, pero a la vez puede ser un estímulo de superación. Lo más alto en un mundo formal, como es el nuestro, es otro límite; de ahí que tomar el ascenso social como el fin de una vida humana sea confundir una cuerda con una serpiente. Puesto que una vez logrado ese ascenso, el ser humano se enfrenta consigo mismo, con su soledad existencial respecto a los demás. La vía del cielo, que la Tradición mantiene, es entonces su sendero. No deja de ser sintomático que Carlos V, emperador del primer imperio moderno, estando en la cumbre de todo prestigio, y ante las responsabilidades que entrañaba la gobernación de sus estados, acabara finalmente retirado en Yuste. Una vez alcanzada la cumbre, lo natural es superar ese límite que impone el mundo, encontrando que al final el límite es uno mismo. 

Capricornio es igual a lo pétreo, y así como Cristo dijo a Pedro: "tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", del mismo modo esa pequeña piedra que Daniel expone en su relato, aparentemente sin función, será el fundamento de los nuevos reinos que nazcan. De modo que únicamente teniendo el fundamento, la piedra, es posible la construcción de algo verdadero. 

Pero la piedra también tiene que ver con una figura principal, la de la montaña, modelo de lo inamovible, y como lugar más alto, el de las nieves, el de los sitios escarpados, no es apta para el común de las gentes, puesto que su significado más inmediato es el de esterilidad. Los llanos y lugares cercanos a ríos y mares, son espacios para todas las personas, pero la altura causa el vértigo, el saber que la vida es un pequeño aliento que viene y se va. El miedo a la altura es algo normal cuando falta una mente fría y relajada, fruto de la concentración y la meditación, sólo aquéllos que la tengan pueden acceder a mirar desde arriba, ver la realidad sin miedo a ser quemados por ella. La cumbre de la montaña es el lugar idóneo para la revelación de los misterios que limitan con lo superior, recordemos que todos los grandes hitos han tenido lugar en las cumbres. Ejemplos de ellos los tenemos en la entrega de las Tablas de la Ley a Moisés, el estancamiento del Arca de Noé en el monte Ararat, la transfiguración de Cristo ante los tres apóstoles en el monte Tabor; la entrega del Mensaje a Mahoma en una cueva, variante interna de la montaña; la iluminación de Buda (Gautama) bajo el árbol Boddhi, que es sinónimo de eje, fundamento o pilar; la composición del libro del Tao por Lao-Tzé, en los límites del imperio, esto es en el extremo de lo formal y lo informal, equivalente de la montaña; el diálogo que en el Baghavad Gita mantienen Krishna y Arjuna acerca de la Gran Jihâd o guerra interior en el aislamiento del campo de batalla, es decir, en el límite que los mortales comunes no pueden alcanzar,... y un largo etcétera. Las verdades están reservadas a los que no tienen el vértigo de lo divino, a aquellos Héroes o semidioses de la cuarta edad, que cuenta Hesíodo, y que se hallan en esas cumbres, esperando a que escampe el temporal de este último tiempo. Son esos hombres santos, que dice Chuang-Tzú, que tienen el estómago lleno, o lo que es igual, han realizado y asimilado su humanidad concreta, y se han escondido a los ojos de los demás hasta que las condiciones cíclicas sean propicias para su manifestación. 

La piedra que se convierte en una gran montaña tiene que ver en la tradición cristiana, con Pedro y la Iglesia desde una vertiente externa, pero con la instauración del verdadero Reino desde un ángulo interior. No debe olvidarse la piedra angular que es la que permite la construcción del templo, y que supone la elevación de un templo para el espíritu, pero es algo que nos llevaría demasiado lejos. 

Que Pedro sea vicario de Cristo en la tierra significa que la silla pontifical es el fundamento que permite a los cristianos acceder al camino de regreso. Un pontifex, como su etimología indica es un constructor, un arquitecto de puentes, a través de los cuales pueda pasar el pueblo-rebaño de Dios. 

Lo más pequeño que deviene lo más grande es el grano de mostaza, es el dejad que los niños se acerquen a Mí. Es como el Espíritu que brilló en las tinieblas pero éstas no le acogieron. Tanto la piedra como la montaña son sinónimos, pues si una tiene que ver con el aspecto estático y petrificado de la existencia, la otra se vincula a los aspectos superiores de ésta; es decir a todo aquello que conlleva la entrada en el misterio. La montaña es el punto donde se juntan las energías celestes y las de la tierra. Por eso es el lugar escogido para la iniciación, tanto por su punto de encuentro como su tendencia ascensional. Aquello que quiere participar del Espíritu debe plegarse y disponer el lugar adecuado, que es la apertura y comunión con los estados superiores del ser. 

En cuanto a que el final, la última etapa del ciclo, es la peor y no al revés, el Evangelio es radicalmente claro, dando por seguro que las postrimerías de aquel hombre resultan peores que los principios. Así le acaecerá también a esa generación perversa.53 

Quizá una cosa deba quedar clara, y es que la pequeña comunidad cristiana, fruto de la intervención divina, (y que estaba simbolizada por la piedra, de la que Pedro era el símbolo más prominente) ha devenido históricamente una comunidad de creyentes extendida por todo el orbe, de ahí la etimología de catholikós, es decir universal. Pero esa pequeña piedra ha dado lugar también a los diversos estados surgidos a partir de la caída de las monarquías europeas, inaugurados por Carlos V, esto es, por los Austrias. La edad de las naciones, o estados modernos, es el preludio de que la estructura del cuaternario ha llegado a su fin. Los tiempos ya estaban maduros para que un nuevo ciclo, que ya apunta en el horizonte, empiece a hacer acto de presencia. Ahora bien, el problema radica en saber si lo que apuntaba en el horizonte correspondía al aspecto luminoso o tenebroso de la existencia, algo que a menudo se olvida. 

 

 
Quinta Parte

 

NOTAS 
39 Shiva Purana Vidyeshavara Samhita I, cap. 16. 
40 R. Wittelos. Cretam, Cults and Festivals, págs. 259-260. 
41 Jn 1, 5. 
42 Chuang-Tzú XVI, 3. "Restaurar la Naturaleza". 
43 Idem XIX, 1. "Conocimiento de la vida". 
44 Se puede establecer una analogía astrológica con el signo de Escorpio, el cual ocupa un lugar a caballo entre el equilibrio de Libra, y la saeta celeste de Sagitario, su significado es el de lo putrefacto que sirve de semillero para nuevas posibilidades, y que darán lugar al nacimiento en el frío invernal. Sus posibilidades para otro ciclo, en este caso natural, del mismo modo que la oscuridad es sinónimo de reposo y recuperación.
45 Joaquín de Fiore (1130-1202) tuvo noción de que el tiempo no es algo meramente cuantitativo, y para eso se basó en la Santísima Trinidad, de modo que su hermenéutica tuvo en cuenta un punto básico del dogma. Y fiel a la doctrina trinitaria hace una exposición de ella en el desarrollo de la historia, elevándola a otra interpretación metahistórica, pero dentro de las posibilidades que le permitía el cristianismo. No es de extrañar que la doctrina de los tiempos fuera expuesta en el ritmo de tres, pues lo que importaba era una visión espiritual, y menos un desenroscamiento de la gran serpiente en el pulso natural de Cronos. 

Joaquín indica que hay tres momentos que corresponden cada uno a una de las figuras trinitarias. El primer evento tiene que ver con la manifestación del Padre, y que correspondió a la Ley, estos es al Antiguo Testamento. En la segunda época se da el advenimiento del Hijo, que corresponde a la Iglesia Católica. Finalmente aparecerá la edad del Paráclito, el Espíritu Santo, siendo el acontecimiento que traerá el reino del Espíritu, en el que ya no habrá necesidad de dogmas, ni iglesias, por lo tanto la cuestión formal será innecesaria. 

Los seguidores de Joaquín serán numerosos, el mismo Dante parece que es influenciado por él, y posteriormente Claude de San Martín, Joseph de Maistre,... Es destacable la influencia que tiene sobre algunos teólogos-filósofos, como Hegel, que construye una teoría que parece tener todos los visos de asemejarse a la de Fiore. La diferencia fundamental es que en aquél el culto a la razón es ilimitado, mientras que en éste el fin es un reino más allá de ésta. Desde el siglo XIII ha ido acoplándose a las más variadas ideas, tanto religiosas como filosóficas, y aún dentro del pensamiento laicista de los tiempos modernos. 

46 Dan 1, 17 y 20.
47 Idem 2, 31-35. 
48 Es instructiva la lección, que puede ser aplicada al rey o a los humanos en general. Viene a decirnos que la base en uno mismo, esto es, en su mero deseo y acontecer, es la ruina, más tarde o temprano, sea un reino colectivo, o sea el pequeño reino individual de cada uno. Significa además que nadie puede detener los acontecimientos cíclicos a que el universo se halla sometido. El amor al prójimo, en el fondo es el amor al verdadero sí mismo, es el único acto capaz de calmar las ansias de los pequeños reyezuelos del alma. 
49 Como podemos comprobar, usa la imagen del rey Nabucodonosor para traducir una enseñanza general, y es la función del hombre, como soberano o representante de Dios, sobre todos los reinos de la naturaleza. El interés de usurpar las cosas para sí mismo es justamente su error, puesto que en este proceso que es la vida, todo queda más allá sea el goce o el dolor. 
50 Dan 2, 37-46. 
51 Jean Phauré. Le cycle de l'humanité adamique. Dervy-Livres. Este autor hace una amplia introducción a la teoría de los ciclos de la actual humanidad, adámica por derivar de Adam, aunque su eje central tenga que ver con una perspectiva cristiana, desde la cual trata de desarrollar los acontecimientos. Para todos aquellos que tengan especial interés en ellos, les invitamos a que hojeen el capítulo que tiene relación con la fuente bíblica. En ella encontrarán abundantes datos y comparaciones de cómo fluye el cuaternario cíclico en los acontecimientos que se desarrollan en el mundo. 
52 Conviene señalar que el zodíaco siempre ha sido la fuente que permitió una visión cosmológica, lo que entraña la relación unitaria entre el hombre y su medio (o cosmos). De ese modo cada signo de la Gran Rueda tiene un significado característico. En realidad el simbolismo de la Gran Rueda está íntimamente ligado a la teoría de los Arquetipos. Lo cual supone que entre lo principal y lo secundario existe un elemento mediador que permite decir que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Si no hubiera este lazo, que la razón es incapaz de definir, no habría posibilidad de ningún tipo. Al respecto recomendamos la lectura de la obra de Abd-el-Karim al-Jîli, sobre el Hombre Universal. También la obra de Ibn 'Arabî, La alquimia de la felicidad (u hombre feliz). La Astrología tiene dos vertientes, por un lado la de imagen cosmológica, a la vez que su faceta más baja se dedica al terreno de la predicción. 
53 Mt 12, 45. 

 

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